martes, 28 de abril de 2015

Lopez de Micay

Recorrer Colombia es como recorrer el mundo en una sola nación. Todos los climas, todas las temperaturas, todos los paisajes, todas las gentes, todos los olores de la naturaleza, todos los sabores de la comida. Es un paraíso rodeado de dos mares, con exuberantes cadenas de montañas, lagos,caudalosos ríos, animales exóticos, rincones ocultos y gente maravillosa. 
Atardeceres únicos desde la Guajira hasta el Amazonas y desde el Arauca vibrador hasta las costas del Chocó.
 
Jamas se cansa uno de vivir este país.

La experiencia del Pacífico
Son las 5 y 30 de la mañana en Buenaventura, no ha parado de llover, bueno en Buenaventura no para casi nunca de llover, esa es una constante en todo el Pacífico. Con Ema,mi compañera del Cauca y Carlos su esposo que la acompaña casi a todas partes, llegamos la noche anterior para embarcarnos hacia López de Micay, un pequeño y singular municipio del pacífico caucano.
López es un municipio muy particular, su frontera natural es con Buenaventura, y esa frontera la hace el río Naya. Está ubicado en el corazón del pacífico colombiano, tiene más de 3 mil kilómetros de extensión, es un territorio selvático con unos 26 mil pobladores, de los cuales solo 3 o 4 mil habitan en la cabecera municipal, los demás están distribuidos a lo largo de los tambos y "pueblitos" de los ríos tutelares de este municipio:El Naya y el Micay.

Para llegar hasta allá el mejor camino es es el agua porque aunque hay un "carreteable", fácilmente se puede tardar un par de días el viaje por esa ruta. Mejor el agua.

Y así partimos, bueno partimos, es un decir. Todos listos en el muelle en Buenaventura a las 6 de la mañana, pero el conductor de la lancha que nos había mandado el alcalde de López (la lancha ambulancia), solo apareció hasta las 8 de la mañana, con tufo de bar de mala muerte y seguramente impregnado de pachulí de una de las tantas concubinas de ocasión que abundan en este y en todos los puertos del mundo.
Malhumorado y con cara de pocos amigos, este gigante nubio de casi dos metros, nos hizo bajar a la parte inferior del muelle para iniciar el viaje. Luego nos dimos cuenta que no había sacado permiso en la capitanía del puerto y salíamos de allí como cualquiera de los cientos de "bandidos" y traficantes que a diario navegan por este inmenso mar descubierto por Nuñez de Balboa y sus cientos de vericuetos acuíferos.

Y al salir...trash!,nos estrellamos contra uno de los postes del muelle. El ayudante del "capitán" no había recibido su paga y enojado se tiró al agua bajo el muelle, bloqueó uno de los motores y casi nos vamos a pique. Afortunadamente la proa resistió el durísimo golpe y después de reponer, por fin, zarpamos.

Para ir hasta López se bordea el continente unos 45 minutos y luego se busca la desembocadura del Naya o de del Micay, o se pasa de uno a otro, navegando por sus esteros, pero eso requiere más combustible y este filibustero moderno había zarpado solo con el necesario. El resto de los viáticos los había compartido la noche anterior con su compañera de ocasión.

Una vez mar adentro, uno de los motores voló por los aires y casi lo perdemos. Quedamos entonces solo con uno de los motores funcionando a plenitud. El lanchero, enojado con nosotros como si fuéramos culpables de que se hubiera tenido que desprender al amanecer de los brazos de su amor fugaz de madrugada, se dedicó a ponernos de canto contra las olas y darnos el más severo baño de mar que hayamos imaginado.

Una hora después de estas vicisitudes por fin avistamos las bocas del Naya. Magnífico espectáculo! Un río grande, alevoso que entra tranquilo al abrazo final con el Pacífico mezclando colores.

Lo remontamos por un tramo largo en el que perdí la noción del tiempo maravillado con el exuberante paisaje, espesa vegetación, tambos de nativos, plataneras gigantescas, cocoteros, graznidos de aves, peces saltando y el espectáculo de las "tronqueras", unas lanchas que bajan madera, troncos gigantescos, por el cauce del río amarrados a cadenas con destino a los muelles de Buenaventura. Todo es un espectáculo... hasta el sol que quema como miles de brazas ardientes!
Luego de recorrer uno y mil esteros del Naya cruzamos al Micay y fue como llegar a una gigantesca autopista acuática.
Eran casi las 3 de la tarde, los niños salían de estudiar, se deslizaban en "potrillos", que no son más que troncos de árbol gigantesco que se horadan en el centro para convertirlos en rústicos botes . En cada potrillo van uno o dos bogas (los niños más grandecitos) y acurrucados, los más pequeños que en bolsitas de plástico han empacado sus dos o 3 cuadernos, sus útiles y sus zapatos para que no se les mojen y llegar a la escuela bien presentados.
Si los niños de la ciudad vieran las condiciones en que estos niños van a estudiar!
Es la mitad del camino, el hambre acosa, el calor es desesperante, la sed castiga, el agua salada  de mar escálpela la piel y aparece el punto intermedio de la ruta: llegamos a Noanamito...


 Y Noanamito si que es particular:  una cabecera de uno de los corregimientos grandes de López de Micay, donde se reúnen las "piangüeras", mujeres que trabajan todo el día cosechando Piangüa, una especie de camarón de río que en el Pacífico colombiano preparan de mil deliciosas maneras diferentes. 
Para coger Piangüa ellas se arrojan al río con unos baldes de madera amarrados a la cintura, se hunden cerca a las orillas  y de las profundidades sacan ese delicioso manjar que luego suben a la canoa donde usualmente las espera su "compañero". Para ellas es un orgullo tener un "compañero" al que ellas sostienen. Son unas 20 o 30 zambullidas al día. Luego, él venderá su cosecha a los comerciantes de estos ríos que por 7 días suben en inmensas embarcaciones dejando víveres (arroz, frijol, saltinas noel, enlatados...) que luego cobran al bajar de regreso con cargamentos de pescado seco, piangüa, cocos, plátanos...que luego venden en Buenaventura al triple o cuádruple del valor. 
Un paquete de Saltinas = un racimo de plátanos y una sarta de buen pescado como mínimo.
En Noanamito conviven todos, parece como una gigantesca edificación detenida en el tiempo (a mi se me parecía a la casa del mundo perdido de Pa Ulh Don, en Tarzán de Edgar Rice B). Ahí queda la escuela, la inspección de policía, la tienda de víveres, la cancha múltiple,todo.
Luego de una parada y una gaseosa de 4 mil pesos...si 4 mil!, seguimos hasta López, la cabecera principal donde llegamos casi a las 7 de la noche en medio del jolgorio y la algarabía propias de la gente de esta parte del mundo.
Dicen que hace 10 años no llegaba allí ningún funcionario del Gobierno Nacional.(Esta historia está situada en 2007).
Fue una experiencia!!!!! ...ufff... todo un día de viaje, mojados con agua de mar, luego salpicados con las corrientes del río, bautizados por el "serenito" del atardecer que es como los costeños llaman a la lluvia delgadita que nosotros llamamos brizna o garúa, llenos de paisaje exuberante ....y listos para trabajar  5 días en ese sitio....
Pero esa será otra historia de otro día...de otras historias:
De cómo hicieron un desagüe en un salón comunal con el vertedero hacia adentro, un coliseo semicubierto donde llovía más afuera que adentro, una escapada de la disco de allá cuando querían que bailara en una baldosa con una de esas morenazas  grandes y robustas y que más que baile, parecía un rito sexual, un "hotel" que de dotación a la entrada me entregó una veladora gigante, una caja de fósforos y un alicate para poder abrir el grifo de la ducha, un camarote al estilo militar de campaña (catre cruzado de lona y patas bajas) y unas largas filas en la única cabina de teléfono del pueblo por casi dos horas para reportarme con "la mona"....definitivamente un viaje para recordar toda la vida.
Emma, Carlos, gracias por la compañía...Lopez de Micay , una maravilla de esa otra Colombia escondida.

FerchoHit

jueves, 16 de abril de 2015

On my way, Fercho Hit de rolling por ....el mundo



Un vistazo a Pereira...

Primera parada Pereira

Como dirían los cronistas antiguos, por la gracia de Dios nací en esta tierra bendecida.   De exuberantes paisajes, de verdes infinitos, fértil hasta la saciedad, de mujeres hermosas y hombres llenos de virtudes, de noches de bohemia y domingos de familia, de cielos azules y ríos cantarinos, rodeada de cerros tutelares y bellas montañas. 

Pereira es una tierra de las maravillas, es una cueva de Alí Babá que los ladrones no se han podido robar. Llena de tesoros.

Mi primera parada por eso es aquí, en mi propia tierra. 
Si todos los caminos conducen a Roma, usted desde cualquier lado también llega a Pereira. Desde siempre todos han querido venir acá. Se acuerdan de oírle decir a sus abuelos: "..No es que así no vamos a ningún Pereira!". Todos querían venir acá.

Cerritos y el Valle del Risaralda
Si llega por el occidente entra después de Cartago en el norte del Valle atravesando el puente sobre el río La Vieja y ya está en la zona rural de Pereira. En solo 10 minutos ascendiendo una pequeña colina llega a "Cerritos", el segundo corregimiento de la ciudad. Un cruce de caminos donde desde siempre los pereiranos se han dado cita para comerse una piña dulce, chuparse un helado casero, tomarse un jugo de frutas, comer un pandebono caliente con avena o solo para subir al "cerro de Cerritos", una pequeña colina desde donde se divisa impetuoso el valle del Risaralda y el paisaje que este forma en su matrimonio con el río Cauca apenas a 10 minutos más desde allí. 

Pero no se detenga mucho, mientras sigue a la ciudad por una doble calzada adornada por cientos de árboles a lado y lado y en su separador central, además de casas de campo espléndidas de la gente de Pereira, no deje de extasiarse con la explosión de colores de las flores y las plantas que adornan el camino. Sus sentidos se lo agradecerán. El olfato, el oído y la vista todos se llenarán de trinos de pájaros, olores de finca y paisajes como de cuadro de arte.

Y ahí te recibe la ciudad con sus aires de gran ciudad, imponentes centros comerciales, transporte público masivo, una oferta gastronómica inigualable, para todos los gustos, asaderos de arepas y carnes en miles de fórmulas distintas, pero todas exquisitas, asadas al carbón y moldeadas con las manos de madres y abuelas que cada tarde en las puertas de sus casas o en las esquinas en improvisados locales, sacan sus ventorrillos de carbón para que quienes van para casa, después del trabajo hagan una pausa con una arepa con carne desmechada o con queso picado o fundido, con una "mixta" de chicharrón y carne o la "triple" con quesito fundido y mientras espera se coma una empanada "de verdad", de carne y papa generosas. Una delicia de verdad!  Mmmmmmm deli!!!

Qué hacer? 

Váyase para el Victoria, un centro comercial que abrió el paso a los big mall en la ciudad aunque ya antes habían abierto puertas otros más pequeños. Allí verá el desfile de los pereiranos chismosiando las cosas del día, pero también gozará con la vista desde el mirador mientras se toma un café, café de verdad, se come una ensalada de frutas frescas o se toma un jugo helado con granizado de cualquiera de las frutas que llegan desde las múltiples fincas de los alrededores.

Vista desde el mirador del Victoria Plaza
Desde allí verá el hotel de Pereira, la iglesia de San Antonio, la avenida del ferrocarril, la plaza Victoria, el "feocentro" un centro comercial de los 80s venido a menos y convertido en pequeñas oficinas y ventas de todo, que se niega a desaparecer frente al parque Olaya Herrera, donde quedan además la gobernación y la replica de la estación de la vieja estación de tren donde hoy funciona la biblioteca pública.
Y a lo lejos la cordillera central. Si está de suerte y la tarde despejada verá el espectáculo de las nieves del Nevado del Ruíz. 

No se pierda el atardecer desde ese sitio. Los colores de un atardecer veraniego en Pereira no tienen par.

Cuando quiera, visite el centro, bullicioso como una calle de la India, lleno de ventas callejeras y locales de ropa para todos los precios. De ventas de comida doméstica como los chorizos cocidos o los jugos de soda, los "churros" de dulce y los platanitos verdes fritos. 


Bolivar desnudo y catedral de Pereira
Camine hasta la Plaza de Bolivar donde está el imponente homenaje al coraje del Libertador. La estatua desnuda esculpida por Arenas Betancourt. Entre a la catedral de la ciudad aunque no crea ni en usted mismo. El templo es un espectáculo arquitectónico por dentro que exhibe orgulloso un interior que ha resistido mas de 5 siglos y que estuvo oculto hasta que uno de los tantos temblores de tierra que ha estremecido a la ciudad lo sacó a la luz. Un techo con amarres de comino y vigas vigorosas en ladrillo a la
Interior de la catedral La Pobreza de Pereira
vista, un atrio imponente, 3 naves centrales y un altar digno del Vaticano.

Salga de ahí y vaya al tinteadero del Bolivar Plaza, otro centro comercial en pleno corazón de la ciudad. El tinteadero de ese lugar es el epicentro del chisme político, judicial y deportivo de la trasnochadora, querendona y morena.

Apenas a 6 cuadras está el Lago Uribe, el parque con más remodelaciones que cuarentona rica. Un parque dueño de la historia de la ciudad con un curioso diseño de túnel de agua y fuentes de colores. 

Hágase al lado del "Mocho Uribe" el le susurrará la historia de la ciudad de la que ha sido testigo mudo y silencioso.

En Pereira vale la pena visitar su Villa Olímpica construida para los juegos nacionales del 74 bajo el liderazgo de un sacerdote apasionado por el fútbol que tiene su propia estatua con un balón en el mismo estadio que él con los pereiranos de los 70s construyó a punta de convites y empanadas.

En la noche hay que dejarse envolver por la rumba pereirana. En cualquier pub, tomadero, bar, discoteca a cielo abierto, bar-restaurante, uno no para de disfrutar al calor de la conversación con amigos recién conocidos pero que lo tratan como si lo fueran de toda la vida.

Pereira de día o de noche es una ciudad viva, vibrante, embrujadora, deliciosa, de olores y sabores, de sonrisas y cuentos, de historias y pasados, de mitos y futuros. 
Si hay una lista de mil lugares para visitar antes de que llegue Iku, Pereira es uno de esos.

No se pierda el placer de conocer el eje del eje, la "trasnochadora, querendona y morena", la ciudad de las puertas abiertas.