Recorrer Colombia es como recorrer el mundo en una sola nación. Todos los climas, todas las temperaturas, todos los paisajes, todas las gentes, todos los olores de la naturaleza, todos los sabores de la comida. Es un paraíso rodeado de dos mares, con exuberantes cadenas de montañas, lagos,caudalosos ríos, animales exóticos, rincones ocultos y gente maravillosa.
Atardeceres únicos desde la Guajira hasta el Amazonas y desde el Arauca vibrador hasta las costas del Chocó.
Atardeceres únicos desde la Guajira hasta el Amazonas y desde el Arauca vibrador hasta las costas del Chocó.
Jamas se cansa uno de vivir este país.
La experiencia del Pacífico
Son las 5 y 30 de la mañana en Buenaventura, no ha parado de llover, bueno en Buenaventura no para casi nunca de llover, esa es una constante en todo el Pacífico. Con Ema,mi compañera del Cauca y Carlos su esposo que la acompaña casi a todas partes, llegamos la noche anterior para embarcarnos hacia López de Micay, un pequeño y singular municipio del pacífico caucano.
López es un municipio muy particular, su frontera natural es con Buenaventura, y esa frontera la hace el río Naya. Está ubicado en el corazón del pacífico colombiano, tiene más de 3 mil kilómetros de extensión, es un territorio selvático con unos 26 mil pobladores, de los cuales solo 3 o 4 mil habitan en la cabecera municipal, los demás están distribuidos a lo largo de los tambos y "pueblitos" de los ríos tutelares de este municipio:El Naya y el Micay.
Para llegar hasta allá el mejor camino es es el agua porque aunque hay un "carreteable", fácilmente se puede tardar un par de días el viaje por esa ruta. Mejor el agua.
Y así partimos, bueno partimos, es un decir. Todos listos en el muelle en Buenaventura a las 6 de la mañana, pero el conductor de la lancha que nos había mandado el alcalde de López (la lancha ambulancia), solo apareció hasta las 8 de la mañana, con tufo de bar de mala muerte y seguramente impregnado de pachulí de una de las tantas concubinas de ocasión que abundan en este y en todos los puertos del mundo.
Malhumorado y con cara de pocos amigos, este gigante nubio de casi dos metros, nos hizo bajar a la parte inferior del muelle para iniciar el viaje. Luego nos dimos cuenta que no había sacado permiso en la capitanía del puerto y salíamos de allí como cualquiera de los cientos de "bandidos" y traficantes que a diario navegan por este inmenso mar descubierto por Nuñez de Balboa y sus cientos de vericuetos acuíferos.
Y al salir...trash!,nos estrellamos contra uno de los postes del muelle. El ayudante del "capitán" no había recibido su paga y enojado se tiró al agua bajo el muelle, bloqueó uno de los motores y casi nos vamos a pique. Afortunadamente la proa resistió el durísimo golpe y después de reponer, por fin, zarpamos.
Para ir hasta López se bordea el continente unos 45 minutos y luego se busca la desembocadura del Naya o de del Micay, o se pasa de uno a otro, navegando por sus esteros, pero eso requiere más combustible y este filibustero moderno había zarpado solo con el necesario. El resto de los viáticos los había compartido la noche anterior con su compañera de ocasión.
Una vez mar adentro, uno de los motores voló por los aires y casi lo perdemos. Quedamos entonces solo con uno de los motores funcionando a plenitud. El lanchero, enojado con nosotros como si fuéramos culpables de que se hubiera tenido que desprender al amanecer de los brazos de su amor fugaz de madrugada, se dedicó a ponernos de canto contra las olas y darnos el más severo baño de mar que hayamos imaginado.
Una hora después de estas vicisitudes por fin avistamos las bocas del Naya. Magnífico espectáculo! Un río grande, alevoso que entra tranquilo al abrazo final con el Pacífico mezclando colores.
Lo remontamos por un tramo largo en el que perdí la noción del tiempo maravillado con el exuberante paisaje, espesa vegetación, tambos de nativos, plataneras gigantescas, cocoteros, graznidos de aves, peces saltando y el espectáculo de las "tronqueras", unas lanchas que bajan madera, troncos gigantescos, por el cauce del río amarrados a cadenas con destino a los muelles de Buenaventura. Todo es un espectáculo... hasta el sol que quema como miles de brazas ardientes!
Luego de recorrer uno y mil esteros del Naya cruzamos al Micay y fue como llegar a una gigantesca autopista acuática.
Eran casi las 3 de la tarde, los niños salían de estudiar, se deslizaban en "potrillos", que no son más que troncos de árbol gigantesco que se horadan en el centro para convertirlos en rústicos botes . En cada potrillo van uno o dos bogas (los niños más grandecitos) y acurrucados, los más pequeños que en bolsitas de plástico han empacado sus dos o 3 cuadernos, sus útiles y sus zapatos para que no se les mojen y llegar a la escuela bien presentados.
Si los niños de la ciudad vieran las condiciones en que estos niños van a estudiar!
Es la mitad del camino, el hambre acosa, el calor es desesperante, la sed castiga, el agua salada de mar escálpela la piel y aparece el punto intermedio de la ruta: llegamos a Noanamito...
Y Noanamito si que es particular: una cabecera de uno de los corregimientos grandes de López de Micay, donde se reúnen las "piangüeras", mujeres que trabajan todo el día cosechando Piangüa, una especie de camarón de río que en el Pacífico colombiano preparan de mil deliciosas maneras diferentes.
Para coger Piangüa ellas se arrojan al río con unos baldes de madera amarrados a la cintura, se hunden cerca a las orillas y de las profundidades sacan ese delicioso manjar que luego suben a la canoa donde usualmente las espera su "compañero". Para ellas es un orgullo tener un "compañero" al que ellas sostienen. Son unas 20 o 30 zambullidas al día. Luego, él venderá su cosecha a los comerciantes de estos ríos que por 7 días suben en inmensas embarcaciones dejando víveres (arroz, frijol, saltinas noel, enlatados...) que luego cobran al bajar de regreso con cargamentos de pescado seco, piangüa, cocos, plátanos...que luego venden en Buenaventura al triple o cuádruple del valor.
Un paquete de Saltinas = un racimo de plátanos y una sarta de buen pescado como mínimo.
En Noanamito conviven todos, parece como una gigantesca edificación detenida en el tiempo (a mi se me parecía a la casa del mundo perdido de Pa Ulh Don, en Tarzán de Edgar Rice B). Ahí queda la escuela, la inspección de policía, la tienda de víveres, la cancha múltiple,todo.
Luego de una parada y una gaseosa de 4 mil pesos...si 4 mil!, seguimos hasta López, la cabecera principal donde llegamos casi a las 7 de la noche en medio del jolgorio y la algarabía propias de la gente de esta parte del mundo.
Dicen que hace 10 años no llegaba allí ningún funcionario del Gobierno Nacional.(Esta historia está situada en 2007).
Fue una experiencia!!!!! ...ufff... todo un día de viaje, mojados con agua de mar, luego salpicados con las corrientes del río, bautizados por el "serenito" del atardecer que es como los costeños llaman a la lluvia delgadita que nosotros llamamos brizna o garúa, llenos de paisaje exuberante ....y listos para trabajar 5 días en ese sitio....
Pero esa será otra historia de otro día...de otras historias:
De cómo hicieron un desagüe en un salón comunal con el vertedero hacia adentro, un coliseo semicubierto donde llovía más afuera que adentro, una escapada de la disco de allá cuando querían que bailara en una baldosa con una de esas morenazas grandes y robustas y que más que baile, parecía un rito sexual, un "hotel" que de dotación a la entrada me entregó una veladora gigante, una caja de fósforos y un alicate para poder abrir el grifo de la ducha, un camarote al estilo militar de campaña (catre cruzado de lona y patas bajas) y unas largas filas en la única cabina de teléfono del pueblo por casi dos horas para reportarme con "la mona"....definitivamente un viaje para recordar toda la vida.
Emma, Carlos, gracias por la compañía...Lopez de Micay , una maravilla de esa otra Colombia escondida.
FerchoHit
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